Curso VIII - Enseñanza 14: De los Votos
Salvo extraordinarias excepciones, el fervor místico no es sostenido siempre con la misma intensidad por el alma. Entusiasmos y decaimientos periódicos jalonan el sendero que conduce a Dios. El triunfo es de aquellos que, fuese cual fuese la etapa y el estado que atraviesan, no pierden de vista jamás el ideal forjado.
Para lograr la realización anhelada, el alma se ata a los diferentes trechos del Sendero mediante los votos. Estos son obligaciones que el Hijo se impone para comprometer sus energías al cumplimiento de los mismos.
Conocedora, Cafh, de la capacidad de consagración que, a diversas alturas del proceso pueden tener los Hijos, y para que éstos tomen sobre sí obligaciones realizables, el Reglamento impone y gradúa los votos según las diferentes categorías y grupos.
La seriedad del primer paso del aspirante que ingresa a Cafh está dada por su inmediata emisión del voto de silencio.
El voto de silencio es como el bautismo espiritual del Hijo; la emisión del mismo y su recepción por el Superior, incorpora al aspirante a la corriente de Cafh y le hace compartir el secreto que vela el nombre y la organización del la Sagrada Orden.
Los votos son la expresión exterior entre el Hijo y Cafh, de la promesa interior y divina formulada con la Divina Madre.
Los votos temporarios pueden ser disueltos por ambas partes, en cualquier momento.
Los votos solemnes no pueden ser disueltos por ninguna causa por los Hijos, pero sí por el Caballero Gran Maestre.
Los votos perpetuos no pueden ser disueltos por ninguna de ambas partes.
A veces ingresan los aspirantes directamente a una Tabla de Solitarios. El camino normal es el de familiarizarse paulatinamente con la vida y Corriente de Cafh, lo que es dado por el ingreso a una Tabla de Patrocinados.
Tras de experimentar cambios externos e internos, el alma se adhiere a Cafh. Se siente impulsada entonces, naturalmente, no sólo a guardar silencio, sino también a ser fiel. Para una mayor realización de esta virtud, compromete nuevamente su voluntad, emitiendo para ello, el voto de Fidelidad.
El voto de Silencio es un acercamiento del alma a Cafh; el voto de Fidelidad es una introducción de Cafh al alma. El primero encierra en Cafh al novel aspirante; el segundo lo consagra a la Obra, por la fuerza del amor que ya ha generado su corazón.
Se puede decir que Cafh comienza su verdadero trabajo de modelación sobre le Hijo, cuando éste emite el voto de Fidelidad, puesto que la progresiva realización de esta virtud embellece el alma, la hace delicada, circunspecta y noble. Este voto la induce a observarse y a superarse, ya que ser fiel implica la necesidad de controlar actos y pensamientos para adecuarlos al objeto de la Fidelidad.
El voto de Obediencia corresponde a los resueltos buscadores de Dios. No lo emiten los patrocinados, ni los Hijos pertenecientes a los grupos inferiores de Solitarios. Sólo hacen voto de Obediencia los Caballeros y Damas de Solitarios, y los Hijos Ordenados.
Subyugar la voluntad personal a la de un Superior, por amor a la verdadera libertad, es un paso decisivo en la vida espiritual.
El alma advierte al cabo de un tiempo, que el cumplimiento de sus obligaciones, su consagración y aun su amor a la Divina Madre son, en último término, una satisfacción personal, un noble placer, pues siempre es la voluntad personal la que dirige sus pasos y gradúa su realización. Es entonces cuando decide dar un sentido impersonal a su trabajo espiritual, sometiéndose con el voto de Obediencia, a la voluntad más libre del Superior.
La voluntad personal crea los problemas, fomenta las ambiciones y traza pequeñas huellas al lado del Sendero Espiritual. La Obediencia, al desapegar el alma de su voluntad pasional, destruye estas limitaciones y la consagra totalmente al Sendero.
El proceso de la liberación de la voluntad personal empieza con la Obediencia y sigue con la Renunciación.
Cuando el Hijo ha comprendido que aún la Obediencia no acuerda la perfecta libertad, puesto que siempre queda una dosis de voluntad personal que escapa a la sujeción de las normas y del Superior, compromete resueltamente su destino formulando el voto de Renunciación. Ningún prejuicio individual o social, ningún afán o deseo podrá erguirse por mucho tiempo en el alma, pues ella sabe que en definitiva y por sobre todas las cosas ha renunciado a toda manifestación de su propia voluntad.
Es a través de estos cuatro votos, como Cafh encauza la indefinida inquietud del aspirante hacia la realización de la libertad perfecta; aquella que rompiendo todo molde y forma personales, lanza al alma al seno infinito de la Divina Madre.