Curso VIII - Enseñanza 10: De los Ejercicios Espirituales
Los ejercicios espirituales de Cafh capacitan al alma para el logro de la técnica de la ascética y de la mística.
Los ejercicios espirituales, en su conjunto, hacen que esta técnica habitúe al cuerpo físico, a las facultades psicológicas y a las fuerzas mentales a orientarse subconscientemente y superconscientemente hacia el fin propuesto: la Unión con Dios.
Ciertos ejercicios espirituales son comunes a todos los Hijos de Cafh y éstos están bien registrados en el Método. Desde la casa del Hijo, hasta su modo de efectuar un viaje, todo está dentro de un ritmo de modalidad determinada para sacar de todos ellos un máximo de rendimiento hasta llegar al cumplimiento de actos no aislados, sino de conjunto, que forman un hábito de bien, indispensable para el logro de esa técnica que ha de llevar al Hijo hacia el interior de su alma.
En las Tablas de Solitarios ya no son solamente actos comunes de la vida, orientados hacia un determinado fin y hechos de un determinado modo lo que se les exige, sino que es parte de su tiempo diario que ha de ser dedicado a sus ejercicios espirituales.
La lectura espiritual, la recitación de ciertos himnos y oraciones, la meditación, son una obligación que hará de estos ejercicios, extraños al principio, hábitos indispensables para la vida del Solitario.
La venia que continuamente ha de solicitar a sus Superiores para efectuar ciertos actos de la vida y el control a que continuamente están éstos sometidos, fortalecen todos los resortes psíquicos y predisponen los nervios y toda la psicología del ser, a sentir determinadas reacciones habituales y rápidas para el logro de ciertos efectos místicos interiores.
Para los Ordenados estos ejercicios espirituales se transforman en una continua prueba diaria ya que ellos están íntegramente y continuamente sometidos a estos ejercicios.
El radio de estabilidad, severísimo; la clausura de sus departamentos y habitaciones; el control de todos sus actos, hasta el más insignificante; la falta de libertad para expresar sus opiniones verbales o por escrito, son todos ejercicios espirituales de orden superior que al cerrar el alma en un círculo de fuego queman sin misericordia todos los hábitos resultantes de la vida anterior, para dejar sólo el hábito divino de la presencia de Dios, del abandono en los brazos de la Divina Madre, y de la suprema realización mística.
Los ejercicios espirituales son un bochorno y una atadura para los hombres mundanos. Todos los aspirantes o la mayoría de ellos encontrarán estos ejercicios fastidiosos e inútiles, pero el Hijo que persevera en el Camino descubre día a día el mérito de ellos y les da el valor y la importancia que tienen, pues son los instrumentos más valiosos de la perfección espiritual.