Curso VII - Enseñanza 9: Acto de Presencia

Muchas almas al empezar el camino espiritual tienen grandes ansias y anhelos. Desearían cambiar la faz del mundo, salir a predicar por las calles, hacer algo útil para la Humanidad. Verdaderamente las almas quisieran hacer algo.
Pero ¿qué puede dar aquél que nada tiene en su interior?
No puede aportar felicidad aquél que no la posee, ni ser factor constructivo aquél que no posee elementos para construir.
Esto no quiere decir que no hay que hacer nada sino simplemente que no hay que hacer nada extraordinario, sobre todo al empezar el Sendero Espiritual.
El alma desde un principio ha de trabajar para el bien de todas las almas, pero de un modo totalmente especial.
La labor del Hijo ha de ser sobretodo de estabilizarse en el camino con su presencia y, sobre todo, con su acto interior de presencia.
El alma esta allí presente al llamado divino. Su vida ha cambiado enteramente, una puerta se ha abierto por donde entra una luz, una conexión se ha establecido entre el alma y el más allá.
Esté donde esté en todo momento del día, en toda circunstancia, esa alma está con su presencia allí como enviado divino.
Esta altísima misión confiada a los Hijos desde un principio de su vida espiritual no sólo irradia interiormente y ayuda a la purificación, sino que se expande beneficiosamente a lo exterior.
Lo importante es que la mente y el corazón estén siempre alerta.
“Estoy aquí”, piensa el alma, “en esta escuela, en esta oficina en donde todos se ocupan de sí, de sus asuntos materiales, de su progreso. Yo también hago lo que ellos hacen, sin embargo, además mi mente se eleva, pienso en la divinidad en la Divina Madre, la invito a iluminar estas almas, pienso en Ella aquí en donde nadie piensa en cosas del Espíritu y amo estas almas, les deseo todo bien deseo luz y felicidad para ellas”.
En la casa, en la calle, en las horas aún del sueño el alma siempre está allí, procurando iluminar todas las cosas y todos los seres con la llama divina que ella mantiene encendida.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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