Curso VII - Enseñanza 16: Concepto Vocacional
Todos los seres humanos son llamados a una vocación espiritual que se manifestará en un determinado momento, ya que la finalidad de todo hombre es Dios en un sentido positivo o negativo. Muchas almas se creen llamadas a una vocación espiritual pero sólo unas pocas son llamadas de un modo directo y preciso.
Muchos creen tener vocación espiritual mientras están completamente equivocados. Hay almas que confunden la vocación con sus sueños e ideales y otras que le llaman vocación a determinados sentimientos que brotan en ellos, en contacto con ciertas revelaciones y ejemplos de la vida.
Cuantas veces el alma se enardece por la lectura de ciertas vidas de hombres que supieron a través de grandes sacrificios llegar a la perfección y la santidad y, sin embargo, son incapaces de imitarlos prácticamente en lo más mínimo.
La vocación espiritual no es el idealismo ni es tampoco el sentimentalismo, estas son emociones que vienen y se van alternativamente.
La vocación espiritual es un sentir, un sentir íntimo y profundo del alma de seguridad y responsabilidad.
La vocación espiritual es una certeza íntima del ser que no se afirma en nada ni en nadie más que en sí misma.
La vocación espiritual es un concepto interno e inalterable de la verdad, de aquella verdad que aumenta incesantemente cuanto más es lograda por uno mismo, que permanece en sí misma aun a través de los cambios de las cosas de las personas y de las doctrinas.
Todos aquellos que dicen esto o lo otro sobre su vocación espiritual no son los que tienen una verdadera vocación. Esta sólo la poseen aquellos que la logran en sí, sin apoyo alguno.
La vocación espiritual como tal no podrá ni tampoco así ser verdaderamente reconocida en el alma sino después de haber sido puesta a prueba. Hasta que el vendaval arrasador no llegue al alma no sabrá nunca si es o no es, si puede o no puede.
El alma sincera que quiere saber si es llamada realmente al sendero desconfíe de sí y confíe mucho en Dios. Camine despacio en la Senda sin confiar demasiado en los primeros entusiasmos, ni en súbitas emociones.
El alma sincera, sencilla y humilde, que camina despacio pero firme en la Senda Espiritual no será defraudada y la Bondad Divina la llevará de la mano hasta que, segura de sí y de su vocación pueda llegar a la meta.